Estas no son pestañas, son alas. Y
mientras más las pinte más van a volar.
Tal vez como Remedios La Bella, que no era de este mundo y se fue volando con
el viento. Las criaturas de pestañas aladas tienen azúcar en las pupilas y
realismo mágico en las venas.
La
obsesión por las alas comenzó cuando tenía cuatro años. Caminaba en puntitas de
pie porque decía que volaba. Así andaba. Un nudo le cerraba el estómago cada
vez que encontraba una rosa dentro de un libro. Es que, simplemente, las flores
no habían sido creadas para marchitarse entre las páginas.
-A
mí me marchitan las conversaciones que da lo mismo si las tuve o no. Me matan
de a poco. El tiempo como sinónimo de distancia también me mata, pero no me
mata el dolor. Hay algo de belleza en el dolor, y esa es la profundidad. La
belleza en estado puro es la que inspira, el resto son cosas bonitas ¿Sabés qué
marchita? Este viento y este frío. Eso y no saber bien para qué vivís.
Sostuvo
el cigarrillo que dijo que no iba a fumar. Decir mucho, poco o nada daba lo
mismo. Estar mucho, poco o nada; también. A veces creía haber hallado la clave
de la invisibilidad.
-No
veo de lejos ¿Sabías? Y a veces me gusta. Veo todo borroso entonces es como si
las cosas no estuvieran ahí realmente. Salgo a caminar y las personas me duran
segundos. Sujetos tácitos, todo un mundo de ellos. Veo sombras de cosas
que tal vez ni siquiera estén ahí. No realmente. Tal vez no existe nadie o tal
vez yo me haya vuelto invisible.
La
miraba. Sabía que ella hablaba en español y que utilizaba las reglas de
coherencia y cohesión. Hablaba bajito, sí, pero hablaba. Comprendía que sus
oraciones empezaban con mayúscula y terminaban en un punto. Observaba como
gesticulaba, como le brillaban los ojos o como miraba el piso. Sabía de lo que
estaba hablando pero no la sentía.
¿Cómo
podría? Si no podía detenerse maravillado ante las vainillas de purpurina en el
desayuno ¿Cómo podría sentirla? Si nunca había sentido que le crecieran alas
mientras caminaba entre la gente. Sí, claro, sabía de qué se trataba el
Realismo Mágico; si lo había estudiado en el colegio. Lo que no podía era
notarlo como notaba la humedad en el marco de la puerta.
Los
años pasaban como primaveras, como si el sentido del tiempo fuera llegar hasta
septiembre. Nada menos, nada más. A veces dependía de otras personas, que más que de carne y hueso eran de colores y melodías. Se sentaba a escucharlos fascinada, y así pasaban las horas.
-Si
no tiene música no me interesa, lo realmente curioso es que todo tiene música. Vos
tenés música, yo tengo música. Todo es música y nada lo es. Más que representar
una dificultad epistemológica, mi relativismo es mi excusa para ahorrar tiempo
en discusiones. No sé, antes discutía todo, ahora no discuto nada. Supongo prefiero
gastar mi tiempo en otras cosas. Digo poco, pienso mucho. A veces miro a la gente en la calle, no sé sus nombres, no los conozco,
no existen para mí ni yo para ellos. Constantemente se crean universos en los que ni siquiera soy un sujeto tácito que coloreó la muchedumbre diaria. Siempre me dijeron que parecía un
personaje de Cortázar, pero la verdad es que sin un lector capaz de realizar
una lectura apropiada, sólo soy un par de palabras escritas; una flor
marchitándose dentro de un libro.
El 21 de septiembre ya había pasado y, aunque era prematuro para ver florecer, fue un poco más que un alivio. Siempre le pareció imposible marchitarse en primavera.
7 comentarios
Me gusto mucho lo que escribiste, sos autenticamente hermosa
interesante metafora " las flores no habían sido creadas para marchitarse entre las páginas"desafiante ya que nuestro pais y nuestra juventud tiene muy proxima la idea de revolucion todavia (aunque sea unos cuentos).
" las flores no habían sido creadas para marchitarse entre las páginas" cuanta verdad , entender - aplicar -pensar- volver a entender volver a aplicar. la dialectica del amor.
Buenas Fotos! Subilas a plored.com
Gracias! Eso haré :) me encanta la página!
Muy bonito lo que escribiste, Flor. Te felicito!
Muchas gracias bella! Me Alegra que te guste :)
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