El Diccionario del Diablo

A los 14 años encontré en casa el Diccionario del Diablo de Ambrose Bierce. Lo escondí dentro de un placard como si fuera un tesoro y lo leía cada vez que necesitaba reírme. Lo perdí, pero gracias a Internet puedo volver a consultarlo y compartir algunas definiciones que todavía me resultan muy entretenidas.

Acordeón, s. Instrumento en armonía con los sentimientos de un asesino.
Acusar, v.t. Afirmar la culpa o indignidad de otro; generalmente, para justificarnos por haberle causado algún daño.
Admiración, s. Reconocimiento cortés de la semejanza entre otro y uno mismo.
Aforismo, s. Sabiduría predigerida.
Ambición, s. Deseo obsesivo de ser calumniado por los enemigos en vida, y ridiculizado por los amigos después de la muerte.
Anormal, adj. Que no responde a la norma. En cuestiones de pensamiento y conducta ser independiente es ser anormal y ser anormal es ser detestado. En consecuencia, el autor aconseja parecerse más al Hombre Medio que a uno mismo. Quien lo consiga obtendrá la paz, la perspectiva de la muerte y la esperanza del Infierno.
Audacia, s. Una de las cualidades más evidentes del hombre que no corre peligro.
Autoestima, s. Evaluación errónea.
Bailar, v. i. Saltar a compás de una música alegre, preferiblemente abrazando a la esposa o la hija del vecino. Hay muchas clases de bailes, pero todos los que requieren la participación de ambos sexos tienen dos cosas en común: son notoriamente inocentes y gustan mucho a los libertinos.
Barómetro, s. Ingenioso instrumento que nos indica qué clase de tiempo tenemos.
Batalla, s. Método de desatar con los dientes un nudo político que no pudo desatarse con la lengua.
Caníbal, s. Gastrónomo de la vieja escuela, que conserva los gustos simples y la dieta natural de la época preporcina.
Capacidad, s. Conjunto de dotes naturales que permiten realizar una pequeña parte de las ambiciones más mezquinas que distinguen a los hombres capaces de los muertos. En último análisis, la capacidad consiste, por lo general, en un alto grado de solemnidad. Es posible, sin embargo, que esta notable cualidad sea apreciada a justo título; ser solemne, no es tarea fácil.
Celoso, adj. Indebidamente preocupado por conservar lo que sólo se puede perder cuando no vale la pena conservarlo.
Cínico, s. Miserable cuya defectuosa vista le hace ver las cosas como son y no como debieran ser. Los escitas acostumbran arrancar los ojos a los cínicos para mejorarles la visión.
Circo, s. Lugar donde se permite a caballos, "ponies" y elefantes contemplar a los hombres, mujeres y niños en el papel de tontos.
Cleptómano, s. Ladrón rico.
Cobarde, adj. Dícese del que en una emergencia peligrosa piensa con las piernas.
Comercio, s. Especie de transacción en que A roba a B los bienes de C, y en compensación B sustrae del bolsillo de D dinero perteneciente a E.
Comestible, adj. Dícese de lo que es bueno para comer, y fácil de digerir, como un gusano para un sapo, un sapo para una víbora, una víbora para un cerdo, un cerdo para un hombre, y un hombre para un gusano.
Crítico, s. Persona que se jacta de lo difícil que es satisfacerlo, porque nadie pretende satisfacerlo.
Egoísta, s. Persona de mal gusto, que se interesa más en sí mismo que en mí.
Elocuencia, s. Arte oral de persuadir a los tontos de que lo blanco es blanco. Incluye el don de hacer creer que cualquier color es blanco.
Erudición, s. Polvillo que cae de un libro a un cráneo vacío.
Famoso, adj. Notoriamente miserable.
Fe, s. Creencia sin pruebas en lo que alguien nos dice sin fundamento sobre cosas sin paralelo.
Filosofía, s. Camino de muchos ramales que conduce de ninguna parte a la nada.
Futuro, s. Época en que nuestros asuntos prosperan, nuestros amigos son leales y nuestra felicidad está asegurada.
Hiena, s. Bestia reverenciada por algunos pueblos orientales, gracias a su costumbre de saquear los cementerios. Lo mismo hacen los estudiantes de medicina.
Hipócrita, s. El que profesando virtudes que no respeta se asegura la ventaja de parecer lo que desprecia.
Historia, s. Relato casi siempre falso de hechos casi siempre nimios producidos por gobernantes casi siempre pillos o por militares casi siempre necios.
Hospitalidad, s. Virtud que nos induce a alojar y alimentar a personas que no necesitan alojamiento ni alimento.
Humildad, s. Paciencia inusitada para planear una venganza que valga la pena.
Idiota, s. Miembro de una vasta y poderosa tribu cuya influencia en los asuntos humanos ha sido siempre dominante. La actividad del Idiota no se limita a ningún campo especial de pensamiento o acción, sino que "satura y regula el todo". Siempre tiene la última palabra; su decisión es inapelable. Establece las modas de la opinión y el gusto, dicta las limitaciones del lenguaje, fija las normas de la conducta.
Ignorante, s. Persona desprovista de ciertos conocimientos que usted posee, y sabedora de otras cosas que usted ignora.
Imaginación, s. Depósito de mercaderías que poseen en común los poetas y los mentirosos.
Impunidad, s. Riqueza.
Magnífico, adj. Dotado de esplendor o grandeza superiores a los que el espectador está habituado; por ejemplo, las orejas de un asno para un conejo, o la gloria de una luciérnaga para un simple gusano.
Malechor, s. El principal factor en el progreso de la raza humana.
Nihilista, s. Ruso que niega la existencia de todo, menos de Tolstoi. El jefe de esta escuela es Tolstoi.
Océano, s. Extensión acuática que ocupa dos tercios del mundo hecho para el hombre, que casualmente carece de branquias.
Oponer, v. Ayudar con obstrucciones y objeciones.
Pagano, s. Ser descarriado que incurre en la locura de adorar lo que puede ver y sentir.
Publicar, v. i. En asuntos literarios, situarse en la base de un cono de críticos.
Rima, s. Concordancia de sonidos en la punta de dos versos, generalmente malos y aburridos.
Solo, adj. En mala compañía. Su (de ella), adj. pos. Su (de él).
Teléfono, s. Invención del demonio que suprime algunas de las ventajas de mantener a distancia a una persona desagradable.
Una vez, adv. Suficiente.

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