Brotes nacen de las flores marchitas al compás de sus melodías. Sus dedos danzan en el piano seguros de conocer cadencias que todavía no existen. Compone de manera espontánea, inunda de luz el aire con notas que disparan universos.
Mile Adzija conoció a Marja Faget en el Campo de Refugiados de Fermo y se enamoró de ella. Tiempo después emigró de Croacia a Patagonia, planeaba mudarse a Canadá cuando le avisaron que su amada estaba en Buenos Aires. La buscó, la encontró y se casaron. Marja, concertista, inauguró el primer conservatorio de Río Gallegos. Allí nació Ivana Dubravka Adzija. Antes de los 2 años se sentó por primera vez frente al piano. A los 5, ya tocaba para toda su familia. A los 10, dio su primer concierto con sus propias melodías y el resto es historia. Literalmente, porque Ivana tiene el récord Guiness por registrar la mayor cantidad de composiciones de música académica. La mismísima Sociedad Argentina de Autores y Compositores dudó cuando ella apareció un día, de la nada, con dos cajas pesadísimas. Creyeron que estaban llenas de ladrillos pero no, eran partituras. Sólo en el 2005, registró 5.011 melodías. En la actualidad, guarda 7.000 en una bóveda en el banco y crecen. Son tantas que las titula con números.
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