“Me encanta Fred Perry y para mí fue un honor que ellos me dijeran:“¿Querés venir y diseñar una línea?” ¿Yo? O sea ¿Yo?” le dijo Amy Winehouse a Harper’s Bazaar. Y en el mismo momento en el que la mencionaron como Fashion Icon dijo que no, que nada que ver, que ella todavía se vestía como si fueran los ‘50.
Jeans ajustadísimos, tops ajustadísimos, shorts ajustadísimos, remeras ajustadísimas, vestidos ajustadísimos y si quedan medio sueltos, los ajustaba más con un cinturón ancho para obtener una silueta marcadísima. Amy Winehouse reversionó el estilo Pin Up, lo aggiornó, lo modificó, lo adaptó y hasta jugó con lo que podría verse inclusive vulgar sobre un ser humano común y corriente. Así creó el estilo Amy Winehouse. Resulta que su impronta es tan distintiva que si cualquier mortal copiara exactamente su look se vería como un disfraz, un calco. No es casual, esto reside en un carácter que puede ser atribuido a cualquier ícono - desde Elvis Presley a Freddie Mercury a Michael Jackson-. Difícil de imitar pero fuente de inspiración, eso sí.
Tanto arriba como abajo del escenario, Amy no temía mezclar telas escocesas con piezas de animal print, escotes pronunciados con faldas cortas, tattoos por doquier con ballerinas delicadas. Tampoco le importaba si el corpiño contrastaba a la vista con los escotes de sus remeras, ni le causaba pavor repetir accesorios o prendas. Básicamente, hacía lo que le daba la gana y se salía con la suya. Delineados extremos, batidos que desafiaban las leyes de gravedad, accesorios cargados, grandes y brillantes. Como sucedía con su música, a Amy no le producía ningún tipo de pudor mostrarlo ni mezclarlo todo.
Amy Winehouse y Fred Perry diseñaron una línea con el estilo de la cantante pero prêt-à-porter, lista para usar en la vida cotidiana. Una colección hiper femenina y clásica con figuras reloj de arena, tiro alto, sutilmente Pin Up en colores pasteles así como estampados y cortes clásicos. Además de las adaptaciones Winehouse a las clásicas chombas de la marca inglesa. Siluetas -no largos- favorecedoras para todo tipo de contexturas y una sensualidad mesurada e impecable.
“Soy músico, no modelo” le dijo Amy Winehouse a The Daily Mail. Estaba hablando acerca de sus inseguridades, sí. Pero ser músico y no modelo también corresponde a la premisa de que en el arte todo se vale y como tal, la experimentación en la expresión es necesaria y bienvenida. Después de todo, el carácter icónico de una leyenda reposa en sus formas únicas de hacerlo todo. Desde cantar y escribir hasta vestirse. Y sí que Amy Winehouse es un ícono.
Publicado en UltraBrit.
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