Ph. Dani Strubia |
En 1989 formó 113 Vicios, una de las bandas legendarias de La Patagonia. En 2019, a los 51 años, sigue tocando en shows de dos horas y media, graba discos y planea girar por Europa.
Titín Naves no quiere volverse un viejo choto. Volverse un viejo choto para él es estar encerrado, tener una vida sedentaria, llenarse de comida chatarra hasta reventar. Sobre todo quedarse quieto. Le da miedo y como le da miedo se cuida el alma. Así, a sus 51 años da shows de dos horas y media, graba discos, se va de gira y planea irse a tocar por Europa.
En 1989 Abelino “Titín” Naves en voz y bajo, Claudio “El Mariscal” Ramírez en guitarra, José Luis Jara en guitarra, Eduardo “Alakrán” Márquez en batería, Marcos Azocar en saxofón crearon una de las bandas más emblemáticas de La Patagonia. Al principio se llamaron C1-113 Vicios, como las patentes de los Ford Falcon de la policía. En 1994 publicaron “Crudo” su primer disco de estudio. En 1998, “Disco Negro” producido por Armos Moreno. En 1999 tocaron con Palo Pandolfo. En el 2000 colmaron el Club Huergo de Comodoro Rivadavia. Era el último show y nadie lo sabía.
¿Cómo se cuida el alma?
Me dio mucho resultado crear mis días, cuidar mi palabra, las palabras que salen de tu boca no te pertenecen más. Creo mucho en la impecabilidad de las palabras, en no levantarme e insultar o golpear las puertas y ensuciar momentos haya gente al lado o no, ya hacés tu día feo. Esa es una. Otra es no suponer cosas, es ir y preguntar o enterarme por mí mismo. Suponer demanda mucho tiempo y la cabeza se va de mambo. Hacer lo máximo que puedo y las cosas que amo. La música que es mi pasión, el escenario que es mi casa, en esos dos lugares intentar sacarle el mayor provecho y me siento feliz. Después hacer un aporte ecológico. Decidí ser un ciudadano de la tierra, no me considero casi ni argentino sino del mundo. No ensuciar el planeta, al cuidarme a mí, no tirar nylon, limpiar, forestar, tengo un proyecto de una huerta orgánica, estoy armando una casa autosustentable con paneles solares y con baños ecológicos, con energía renovable, con recuperadores de agua, una casa de adobe. Y bueno, eso hace que no sea un viejo choto -risas-.
¿Cómo era la escena musical de la Patagonia en los 80?
En los 80 estaba el enamoramiento de las bandas que surgieron post dictadura e incluso anteriores, Sui Generis, Serú, algunas otras cosas como Piero o Cantilo, León Gieco. La juventud que se animó a hacer música en ese momento se inclinaba hacia los covers, interpretar las canciones. Hubieron un par de grandes músicos que hicieron canciones de ellos como el Grupo Interior, Taito, los hermanos Chomix, los hermanos Socola de Río Grande que hacían Jazz, Luis Mascher, unos locos que hacían Jazz en los 70 y 80, no los entendía nadie pero bueno, eran los grandes discos, Emerson Lake And Palmer, Led Zeppelin, los Beatles, Jaco Pastorius, Ernesto Pascual, todo ese Jazz Rock que mamamos cuando éramos pibes. En vez de andar tirando piedras en la calle capaz estábamos leyendo a Cortázar y escuchando a John Coltrane tomando un vino por ahí -risas-. Era una mezcla de: “Matémonos en manada pero seamos cultos o intentemoslo”.
¿Y en los 90?
Como en los 90 las bandas se atrevieron a hacer temas propios, a crear estilos, como Vitraux, un trío muy importante con Eddie Burón y Oscar Collazo, yo tuve el agrado de participar ahí también. Estaba La Compañía, estaba el Alacrán, Pancho Villa y su alacrán muerto, bandas atrevidas, Los de la Parte de Atrás, ya empezaban a hacer temas de ellos. Después los 113 Vicios que hicieron algo de ruido también -risas-.
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