Estepalia, Acuarelas & Patrimonio



Cada rincón de Comodoro cuenta una historia y Lia lo sabe. Por eso dibuja, comparte y, mientras tanto, crea nuevas formas de mirar la ciudad.

“Si otros lo hicieron antes, ¿Cómo no lo vas a poder hacer vos?” le decía su mamá. Cada vez que quería dejar algo, lo que sea, insistía: “Nooo ¿Cómo vas a dejar? Si otros lo hicieron antes, vos también tenés que poder”. Y así se recibió de maestro mayor de obra. Y de arquitecta. Y forma parte de la Comisión Directiva de la Asociación de Rescate Histórico la Asociación Detrás del Puente. Y de la Biblioteca Estación Talleres. Y es Coordinadora del club de Observadores de Aves. Y acompaña el circuito Dibujar Comodoro de Comodoro Turismo. Y da clases. Y la lista sigue. Charlamos con Lia Navarro, Estepalia.

¿Siempre dibujaste?
Siempre me gustó y me parece que un poco eso llevó a que primero me recibiera de maestro mayor de obras, después de arquitecta y en el camino migré hacia otro lado ¡y perdí el dibujo! Y bueno, las vueltas de la vida. En ese otro camino yo trabajaba en la Universidad, hacáa consultoría y ni se me ocurría ni me hacía el tiempo para dibujar o pintar. Todo eso cambió cuando tuve que cuidar a un familiar enfermo. En esa época yo ya estaba con el club de observadores de aves, salía mucho a recorrer los alrededores de Comodoro, a fotografiar. Pero al no poder salir como antes, empecé a dibujar, y me reencontré con la que era de chica. Me enganché con el dibujo de nuevo, en especial, dibujando aves desde mis propias fotografías. Y comencé a incursionar en la acuarela. Siempre me llamó mucho la atención. Yo digo que la acuarela es como un gato ¿Viste el gato que lo acaricias y a veces te mima, pero siempre es muy independiente? La acuarela es igual: vos pintás y tiene su proceso y mezcla los colores, agarran para su lado y hay cosas que pasan por sí solas. Y eso me encanta, la acuarela en eso es genial. Así que de grande estoy aprendiendo. Y también la pude usar como un instrumento para las cosas que ya venía haciendo; para generar conciencia sobre el cuidado de las aves, de la diversidad de fauna que tenemos acá en Patagonia. Después también desde mi casa al no poder salir tanto como antes, le ofrecí a la gente de Detrás del Puente si querían que les hiciera folletos. Así que desde ahí surgió la idea de poder generar conciencia con temas de patrimonio también a partir del dibujo y salir a dibujar juntos.


¿Cómo llegaste a Comodoro?
En verdad fue un poco por el azar, porque mi marido vino a trabajar acá. Él es pampeano, yo soy necochense. Vivimos muchos años en Mar del Plata y yo me fui un año a vivir a Londres con la beca y cuando volví a Mar del Plata a mi marido le salió trabajo acá. Así que dejé la docencia en la Universidad de Mar del Plata y vine. Y enseguida comencé a dar clases en la universidad local.
Digamos que soy comodorense por elección, porque elegí querer esta ciudad. La verdad que me recibió muy bien porque enseguida hice amigos, enseguida me sentí como en casa y un poco me parece que también es la actitud de uno ¿no? Porque a mí me criaron sabiendo que yo me iba a tener que ir de mi ciudad natal, porque no había universidad, así que yo nunca me despedí de las ciudades en donde viví, siempre pensé que sumaba una más de pertenencia. Cuando vine a Comodoro no es que me despedí de Mar del Plata, no me despedí de Necochea, no me despedí de Santa Rosa, La Pampa. Yo dije: “Bueno, será Comodoro una ciudad más de las ciudades que son mías ahora”. Así que nunca sentí esa cosa de tener que dejar una por adoptar otra. Las cosas se fueron dando con el tema del dibujo también con esa mirada como ‘de extranjera’. Porque yo creo que hay cosas muy, muy bellas acá en Comodoro Rivadavia que los propios comodorenses no se dan cuenta o se están empezando a dar cuenta, no sé. Pero me parece que hay cosas que son muy, muy singulares de esta ciudad que a mí me encanta, me encanta, la verdad que sí. Soy una enamorada de esta ciudad.

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